Como médico veterinaria y Presidenta de la Comisión de Animales Acuáticos de la Organización Mundial de Sanidad Animal (OMSA), la doctora chilena Alicia Gallardo Lagno ha trabajado por más de 25 años en fortalecer la bioseguridad y sostenibilidad en la acuicultura del país. En mayo de este año fue electa como presidenta de esta Comisión de la OMSA por su destacada trayectoria en el servicio público con cargos como subsecretaria de pesca y acuicultura y directora de Sernapesca. En su participación en el primer encuentro de la serie de charlas “ChileCarne Talks”, destacó la relevancia de la prevención y la colaboración público-privada para enfrentar los desafíos de la resistencia antimicrobiana.
–¿Cuál es la situación del sector acuícola de Chile respecto del manejo responsable de antibióticos y qué iniciativas públicas y/o privadas destacaría?
En general, Chile, como productor acuícola, es uno de los países que tiene los más altos estándares relacionados con la bioseguridad, primero en la prevención de las enfermedades y también en el uso de antimicrobianos. Desde los inicios del código acuático, en el capítulo 11.2, implementó diferentes recomendaciones, y además creó un programa de certificación voluntario llamado ROA (Programa de Optimización del Uso Antimicrobiano). Este programa permite a los productores adherirse a normas más exigentes que las tradicionales, y significa un incentivo para ellos, al trabajar en coordinación con la autoridad, en un esfuerzo público-privado.
Creo que, para enfrentar lo que nos espera, aún tenemos algunas brechas que cubrir. Tenemos un escenario complicado de cambio climático, la posible aparición de nuevos patógenos o reemergencia de otros, por lo que es importante trabajar en el diagnóstico y la detección temprana de enfermedades. Tengo entendido que en Chile ya hay trabajos en inteligencia artificial aplicada a la salud, lo cual representa una oportunidad de uso de tecnología para la detección temprana. Además, debemos seguir investigando alternativas a los antimicrobianos y fortalecer las terapias para cuando se requiera el uso de antimicrobianos, respetando siempre las recomendaciones de la OMSA y considerando las particularidades de cada territorio y bacteria.
Finalmente, creo que es fundamental comunicar y trabajar en conjunto. Lo que yo llamo el ‘modo cardumen’, es decir, las alianzas público-privadas, alianzas entre públicos y entre los mismos productores. Somos un país muy importante en producción de alimentos y tenemos un rol relevante a nivel mundial.
–En el ámbito del comercio internacional de carnes, algunos países importadores comienzan a solicitar antecedentes sobre los esfuerzos en materia de Resistencia a los Antimicrobianos (RAM). ¿Qué antecedentes maneja usted en el ámbito acuícola?
En general, las normas y recomendaciones internacionales se basan en el código de animales acuáticos de la OMSA como referencia en sanidad animal y en el contexto alimentario. Este código incluye un capítulo sobre el uso prudente y responsable de antimicrobianos, que se está actualizando siguiendo lo que ya se avanzó en el código terrestre. A nivel internacional, probablemente Chile tenga una mayor participación debido a sus avances en el uso responsable y prudente de antimicrobianos. Nuestros estándares están en un nivel de armonización y actualización bastante alto.
Si hacemos una comparación, como lo vimos en una presentación sobre el Plan de Acción Nacional en materia acuícola, Chile tiene niveles de bioseguridad por sobre el promedio global. Esas ventajas son importantes para nuestro liderazgo y para apoyar a otros países de la región, como Latinoamérica y el Caribe. Según el último informe de la FAO, por primera vez la acuicultura superó a la pesca, lo que significa que la demanda por proteínas acuáticas será alta. Tenemos la responsabilidad de promover y difundir nuestras prácticas acuícolas en la región.
–La sanidad y la bioseguridad son fundamentales para reducir el uso de antibióticos. ¿Qué experiencias positivas destacaría a nivel local e internacional para mantener o mejorar estos aspectos?
La sanidad es fundamental, y actualmente estamos en una campaña a nivel de organizaciones internacionales para prevenir, porque ‘prevenir es mejor que curar’. Es muy importante trabajar en el componente de bienestar animal, que incluye la nutrición. Creo que la nutrición es clave para fortalecer la inmunidad en los animales.
Otro aspecto importante son las prácticas de bioseguridad, que están basadas en el análisis de riesgo de cada establecimiento o centro de producción. Esto se aborda mediante un plan de bioseguridad en cada granja, donde se establecen medidas de mitigación según los riesgos específicos. Hemos tenido experiencias en influenza aviar en el ámbito terrestre y también en animales acuáticos.
Por último, es importante compartir casos exitosos. Me gusta mucho la metodología de compartir experiencias en sanidad animal y cómo se han superado ciertos desafíos, como el manejo de Salmonella y, recientemente, en Bruselas y en Chile, con importantes avances. Esta experiencia entre sectores sería muy útil de promover.
–La ONU ha publicado recientemente una declaración política sobre la resistencia a los antimicrobianos, comprometiéndose a reducir en un 10% las muertes relacionadas para 2030. ¿Cuál es su visión sobre el rol de la OMSA en estos objetivos?
Estamos en un momento en el que los líderes del mundo nos han llamado a actuar, ya que lo que hemos hecho hasta ahora no es suficiente para frenar la resistencia antimicrobiana. Este es un problema complejo que puede superarse siempre y cuando se aborde desde las cuatro esferas: la salud humana, la salud animal, la alimentación y el ambiente. Esto refuerza la importancia de la alianza cuatripartita, en la cual la OMSA tiene el mandato de mejorar la sanidad de los animales, tanto terrestres como acuáticos, a nivel mundial.
Quiero recalcar el rol del capítulo 6.10 del código terrestre de la OMSA sobre el uso prudente y responsable de antimicrobianos, que ha sido modificado conforme a los requerimientos de ‘Una Salud’. Es importante revisar lo que ya hemos hecho, identificar brechas y desafíos, y avanzar en ellas. Un tema clave es priorizar la investigación para entender cómo se disemina la resistencia antimicrobiana en la cadena alimentaria y en el ambiente, ya que aún falta información al respecto. Instancias de diálogo entre sectores, como esta iniciativa de ChileCarne, ayudan mucho en este proceso, y la OMSA ha señalado que debemos seguir avanzando en bioseguridad, prevención, y más prevención.