En un paso significativo hacia la clarificación del etiquetado de alimentos, el Senado chileno aprobó recientemente un proyecto de ley que redefine el concepto de carne, excluyendo expresamente a los sustitutos vegetales de esta denominación.
La legislación, que ahora se dirige a la Cámara de Diputados para su revisión y aprobación final, busca asegurar que los consumidores tengan una idea clara de lo que están comprando. Este proyecto va en línea con iniciativas similares de países europeos y con el reciente anuncio realizado por el gobierno francés acerca de su nueva legislación al respecto.
Bajo la nueva ley, la denominación de «carne» se reservará exclusivamente para «la parte comestible de los músculos de animales de abasto», dejando claro que productos como hamburguesas, chorizos, y salchichas deben provenir de fuentes animales, a menos que se especifique de manera explícita su origen vegetal. Este cambio legislativo, impulsado por la Comisión de Agricultura tras un profundo proceso de análisis y modificación del texto original, busca equiparar la legislación chilena con movimientos similares observados en Europa y otras partes del mundo.
La disyuntiva en la denominación de productos cárnicos y sus alternativas vegetales es un tema relevante y en evolución, que ha llevado a distintos países a implementar legislaciones específicas. Estas leyes tienen como objetivo principal clarificar el etiquetado de los productos para evitar la confusión del consumidor y proteger las denominaciones tradicionales de la carne.
La Unión Europea (UE) ha debatido intensamente sobre la denominación de los productos vegetarianos y veganos. Aunque se han propuesto restricciones sobre el uso de denominaciones cárnicas para productos vegetales, hasta 2023 no se habían implementado normas específicas a nivel de toda la UE que prohíban el uso de términos como «hamburguesa» o «salchicha» para productos no cárnicos. Sin embargo, la legislación puede variar entre los Estados miembros.
Francia ha sido uno de los países europeos más proactivos en la implementación de leyes que prohíben el uso de términos cárnicos para productos vegetales. Desde 2020, términos como «hamburguesa», «salchicha» o «filete» para productos que no sean de origen animal están restringidos. Y el pasado 27 de febrero el gobierno francés dio un paso más concreto aún publicando un decreto que prohíbe el uso de términos como ‘filete’, ‘solomillo’, ‘entrecot’, ‘jamón’, ‘parrillada’ o ‘bistec’, entre otros, en el etiquetado de alimentos que contienen proteínas vegetales. Para que los operadores de productos vegetales puedan adaptar su etiquetado a la nueva ley, la normativa entrará en vigor dentro de tres meses en ese país. Asimismo, el texto prevé sanciones en caso de infracción que podrán ser de hasta 1.500 euros, para personas físicas, y de hasta 7.500 euros para las empresas, que además contarán con un periodo de un año para deshacerse del stock existente.
En tanto Alemania ha mantenido un enfoque más liberal respecto a la denominación de productos vegetales. Las empresas en Alemania pueden usar términos cárnicos para describir productos vegetales, siempre y cuando no induzcan a error al consumidor sobre el origen del producto.
En Estados Unidos, varios estados han introducido leyes que regulan la denominación de la carne y sus alternativas vegetales. Estas leyes suelen requerir que las etiquetas de los productos a base de plantas no utilicen términos tradicionalmente asociados con la carne animal, aunque la aplicación y las restricciones específicas pueden variar. La Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) y el Departamento de Agricultura (USDA) están involucrados en la regulación y el etiquetado de estos productos a nivel federal.
En otras partes del mundo, la situación varía ampliamente, con algunos países contemplando legislación mientras que otros ya han implementado reglas específicas. La tendencia global indica un creciente debate sobre cómo equilibrar la innovación en la industria alimentaria con la protección de las denominaciones tradicionales y la claridad para los consumidores.
Rodrigo Castañón, Gerente de Negocios de ChileCarne, ha compartido su perspectiva sobre esta ley, enfatizando la importancia de la claridad para el consumidor. «Desde ChileCarne vemos con buenos ojos cualquier iniciativa que apunte a brindar mayor claridad y conocimiento al consumidor sobre los productos que consume. Es esencial que la legislación esté fundamentada en la ciencia y propicie un mercado transparente», señaló Castañón.
«Más que una cuestión de nomenclatura, este proyecto de ley es un paso hacia la transparencia en el etiquetado, lo que consideramos beneficioso tanto para los productores locales como para los importadores», comenta el Gerente de Negocios. Además, destaca la relevancia de esta legislación en el contexto de un mercado alimentario en constante evolución, marcado por la innovación y las nuevas tendencias de consumo.
Si bien la industria cárnica tradicional valora positivamente la claridad y precisión en el etiquetado, también reconoce que existen desafíos más significativos en el horizonte. «Si bien celebramos los esfuerzos por clarificar el etiquetado, no perdemos de vista otros temas cruciales para la industria, como la sostenibilidad, la innovación en la producción de proteínas y la adaptación a las preferencias cambiantes de los consumidores», apunta Castañón.
Con esta ley, Chile no solo se alinea con una tendencia global hacia un etiquetado más claro y preciso sino que también abre un diálogo sobre el futuro de la alimentación y la necesidad de un enfoque equilibrado que respete tanto las tradiciones como las innovaciones en el sector alimentario.