Con el objetivo de entregar a la industria información valiosa y actualizada acerca de la interpretación de informes de dioxinas -contaminantes ambientales que pertenecen a un grupo de productos químicos peligrosos- mediante los parámetros más exigentes a nivel mundial que son los europeos, Chilecarne invitó al Dr. Esteban Abad, jefe de Laboratorio de Dioxinas del Departamento de Química Ambiental y Estudios del Agua (IDAEA) y parte de la Agencia Estatal Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) en Barcelona, España, a realizar una exposición -webinar- el 9 de septiembre, la cual se denominó: “Actualización e interpretación de informes de dioxinas por metodología alta resolución (HRGC- HRMS)”.
De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS), “las dioxinas que son contaminantes ambientales persistentes (COP), se encuentran en el medio ambiente de todo el mundo y se acumulan en la cadena alimentaria. Son muy preocupantes por su elevado potencial tóxico y la experimentación ha demostrado que afectan a varios órganos y sistemas. Una vez que penetran en el organismo, persisten en él durante varios años gracias a su estabilidad química y a su fijación al tejido graso, donde quedan almacenadas. En el medio ambiente, tienden a acumularse en la cadena alimentaria. Cuanto más arriba se encuentre un animal en dicha cadena, mayor será su concentración de dioxinas”.
En ese sentido, el Dr Abad comenzó su exposición indicando que: “Son contaminantes muy relevantes a nivel mundial y para Europa y que éstas se miden desde hace 20 años. La Organización Mundial de la Salud ha declarado que la exposición a estas sustancias puede provocar cáncer y otras enfermedades”. Además, realizó una clara distinción entre dioxinas y PCB´s: “Las dioxinas han aparecido en el medio, no ha sido el humano el que las ha provocado, sin embargo, los PCB´s son diferentes, es una acumulación técnica que se han fabricado, utilizado y sintetizado durante mucho tiempo”.
Los temas que abordó el experto internacional en el encuentro virtual fueron los siguientes: Interpretación de los informes confirmatorios en base a la normativa europea, Interpretación de las implicancias de cada grupo o congénere ante resultados sobre los límites y ejemplos de investigaciones que permitan llegar a la causa probable de contaminación. Y, por último, Actualización de la situación europea respecto a las dioxinas.
El experto recordó que ha habido experiencias negativas al respecto en distintas partes del mundo: “Hemos tenido testimonios de que estos contaminantes han llegado a lo más alto de la cadena de toxicidad, en muchos casos este acceso a estos contaminantes ha llegado a través de los alimentos de origen animal, tanto terrestres como acuáticos y en muchos de los casos, los episodios han venido de la mano de los insumos, por ejemplo, los piensos”.
“La crisis de los pollos belgas” y progresos en los últimos 20 años
De acuerdo al experto, a partir de 1999, ocurrió lo que se llama “la crisis de los pollos belgas” y fue el inicio de una necesidad de hacer un seguimiento exhaustivo a estos contaminantes porque tenían una cierta facilidad para acelerar la cadena de suministro de alimentos. En toda Europa hubo experiencias al respecto, incluso hace años en Chile. Frente a esta situación, y como consecuencia de ello, a nivel global se creó el Convenio de Estocolmo, un acuerdo que está formado por más de 150 países en los cuales se lucha contra los efectos perniciosos de los contaminantes en el medioambiente y en la salud de los seres humanos. “Dentro del marco regulatorio de la Unión Europea (UE), existen tres líneas principales en las cuales se sustenta la acción contra estos contaminantes, que busca abordar la problemática contra fuentes bien conocidas como las que habíamos hablado; Entonces, se pusieron límites a las emisiones de estas fuentes bien conocidas, se pusieron límites máximos que tenían que contener algunos alimentos destinados al consumo animal y otros destinados al consumo humano directamente. Pero no sólo se hacía un esfuerzo en poner límites en el sentido práctico, sino que además se definieron los procedimientos que se utilizan para realizar un control oficial. Lo que se tenía que definir era cuáles iban a ser las pautas o el esquema analítico que tenían que tener los laboratorios para poder elaborar un informe de acuerdo a las pautas oficiales de dioxinas y PCB´s”, explicó.
En el año 2000, se hizo una encuesta acerca de los niveles de contaminantes en la alimentación que entregó unos valores basales, y así en 2001, se instauraron los primeros niveles límites, según explicó. En 2015, se produjo una revisión de la norma, en donde ciertos alimentos fueron nuevamente analizados de acuerdo al control oficial de la UE.
Un punto importante que el Dr Esteban Abad transmitió fue que hay dos tipos de reglamentos que van en paralelo, en referencia a productos alimenticios y a alimentación animal, “van por separado”, afirmó. Otro punto importante que explicó fue que los laboratorios deben validar sus metodologías analíticas y tienen que demostrar el funcionamiento de un método en el intervalo del contenido máximo. Asimismo, reveló que los informes deben indicar los porcentajes de recuperación. “Las dioxinas se cuantifican frente a ciertos patrones y cuando se salen de ciertos márgenes, se debe documentar”. Y recalcó: “Ciertamente, en todo este escenario, se debe considerar la incertidumbre, no se puede entregar un valor absoluto, siempre hay un más menos”, concluyó. E hizo hincapié en que el marco regulatorio europeo debería ser un espejo para otros países como Chile y a que los programas de vigilancia con que cuenta nuestro país son satisfactorios, sin embargo, “hay que progresar permanentemente, por una parte -recomendó- y evitar la relajación en cualquier matriz por la otra. Nada debe escaparse del control”, concluyó.